sábado, 9 de mayo de 2015

Meningitis eosinofílica por Angiostrongylus cantonensis


Angiostrongylus cantonensis es la causa infecciosa más frecuente de meningitis eosinofílica en el ser humano. El huésped definitivo de este nemátodo es la rata y los humanos se infectan por la ingestión de larvas en estadio tres presentes en huéspedes intermedios (caracoles) o transportadores (camarones, peces) crudos o mal cocinados, o en productos frescos (lechugas) contaminados por estos huéspedes. Las larvas ingeridas penetran en los vasos intestinales y acaban llegando a las meninges, donde mueren al cabo de poco tiempo, produciendo una reacción eosinofílica que se manifiesta como meningitis aséptica. Aunque la infección es autolimitada en la mayoría de los casos, algunos sufren secuelas neurológicas y también se han descrito algunos casos mortales. 

La mayoría de los casos ocurren de forma aislada, pero también se han descrito algunos brotes. A. cantonensis fue descrito por primera vez por Chen (1935), quien lo encontró en pulmones de Rattus rattus y Rattus norvegicus capturadas en Cantón. La infección humana provocada por este parásito fue descrita por primera vez en 1945 por Nomura y Lin, en Taiwán, en el líquido cefalorraquídeo (LCR) de un joven de 15 años. Actualmente, se han descrito al menos 20 especies del género Angiostrongylus; pero solo dos de ellos afectan al hombre: A. cantonensis, que afecta el sistema nervioso central y Angiostrongylus costarricenses, que habita las arterias mesentéricas y causa la angiostrongylosis abdominal. La meningitis eosinofílica por A. cantonensis se ha notificado principalmente en Tailandia, China, Vietnam, Australia, Hawai, Tahití, Japón y Egipto. En 1981 reportaron la presencia en Cuba de la meningitis eosinofilica, lo que constituyó la primera notificación en el continente americano. Más tarde, la enfermedad o la evidencia del parásito que la produce se informaron en Puerto Rico (1986), República Dominicana (1992), Jamaica (2002), Haití (2003), Brasil (2007) y por último, en Ecuador (2008). 

La forma más común de diagnosticar la enfermedad se realiza teniendo en cuenta las manifestaciones clínicas. La presencia de cefalea, hipertensión intracraneana y pleocitosis, con o sin eosinofilia, en viajeros en riesgo debería despertar la sospecha de infección por A. cantonensis, especialmente si se acompaña de parestesias o hiperestesias. Una punción lumbar siempre es necesario para el diagnóstico de angiostrongiliasis, donde la eosinofilia es más probable que sea visto en el LCR que en la sangre periférica, y las larvas de A. cantonensis puede en ocasiones ser observado en el LCR. El antecedente epidemiológico de vivir en áreas endémicas, acompañado del hábito de ingerir caracoles crudos o mal cocidos que albergan larvas infectantes, así como langostinos, pescados y cangrejos que hayan ingerido caracoles infectados (hospederos paraténicos), orientan en la sospecha diagnóstica. 

Una forma, menos común, de transmisión de la infección es la ingestión de verduras contaminadas, agua o jugo de frutas. En el tratamiento de esta parasitosis se ha usado corticosteroides, mebendazol con prednisolona, y corticosteroides con albendazol. A pesar de los estudios realizados en las últimas décadas sobre la infección con A.cantonensis tanto en América como en el mundo, existen muchas cuestiones aún sin resolver, como la falta de métodos eficaces y efectivos para el diagnóstico y el tratamiento de esta zoonosis, así como una posible subestimación del papel que puede desempeñar esta infección parasitaria en la salud pública.

Ciclo de vida.





Bibliografía
http://scielo.sld.cu/pdf/mtr/v66n1/mtr03114.pdf
https://www.mja.com.au/system/files/issues/198_08_060513/bla11085_fm.pdf
http://bases.bireme.br/cgi-bin/wxislind.exe/iah/online/?IsisScript=iah/iah.xis&src=google&base=LILACS&lang=p&nextAction=lnk&exprSearch=617679&indexSearch=ID
http://scielo.sld.cu/pdf/mtr/v66n1/mtr03114.pdf

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